domingo, 11 de febrero de 2007

Por: Rafael Escalante López

La transición democrática tiene muchas vertientes y varias aristas. El árbol de la democracia crece con discrepancias, confrontaciones y consensos. Para llegar a resultados que beneficien a todos los mexicanos, como la transformación de México en un Estado social, democrático y de derecho, es conveniente que se eviten, en lo posible, la diatriba, la confrontación superflua y la descalificación mutua.

Es innegable que hoy México vive un trance político y es necesario promover condiciones que garanticen la generación de vías que posibiliten y encaucen el diálogo, la negociación y la construcción de acuerdos, para un mejor futuro de todos los mexicanos.

Para fortalecer nuestro desarrollo, es inexcusable evitar el inmediatismo, sortear la polarización y la ruptura, e impedir la exclusión. Es imperioso propiciar y fortalecer la cultura y el respeto a la ley y el Estado de Derecho. Por encima de todo debe estar el interés nacional y la inmunidad y la fortaleza de México como nación.

Los temas fundamentales que se tienen que atender, abarcan los siguientes aspectos globales de la vida nacional: economía, sociedad, y gobierno y justicia; es decir, todos los ámbitos de la existencia azteca. Para impulsar y aplicar reformas que mejoren la conducción y el desarrollo del país, no es suficiente una visión de Estado, es ineludible además el consenso de la sociedad y de todas sus fuerzas políticas.Ahora bien, mientras no promovamos y consolidemos una sólida base económica, sólo obtendremos nimios esfuerzos.
Por ejemplo, mientras pensemos que sólo con la reforma fiscal, aumentando los impuestos y la recaudación, entre otras cosas, resolveremos los problemas económicos de financiamiento del Estado y de la deplorable pobreza, estaremos errando y engañando a los mexicanos. Los impuestos son parte del excedente productivo de un país, es decir, son una parte del mismo pastel que se produce en un periodo dado. Los impuestos no son capital productivo. Sólo la expansión de la producción y el crecimiento del nivel del producto, nos viabilizarán la obtención de una riqueza real, más valor, y posibilitarán la obtención efectiva de más impuestos.
Reza el refrán popular: “No se puede sacar más sangre de donde no hay.”Es tiempo de negociar, dejemos que hablen las palabras y no lleguemos a que lo hagan las armas. Dirimamos nuestro porvenir, en paz y civilizadamente. Ir más allá de lo circunstancial es crear mejores perspectivas y cursos de acción. La política permite negociar, dialogar y pactar con los aliados y adversarios. Pero la economía, nos brinda la base objetiva para la realización política. La política es economía hablada, pero la economía es política concentrada.